«Para ser grande, sé entero»— Fernando Pessoa
Hay días en los que las palabras salen solas, como si llevaran años esperando a ser escritas. Otros, en cambio, cuesta encontrarlas, como si se escondieran detrás de letras que ni yo misma termino de entender. Pero hoy necesito hablar de algo que me quema por dentro: la pasión. Esa que no se negocia, esa que no se disfraza de obligación o de «hay que».
La vida es demasiado corta para hacer las cosas a medias. Para decir sí, cuando el corazón murmura no. Para gastar energías en lo que no nos mueve, en lo que no nos hace sentir vivos. Y sé que suena categórico, casi radical, pero ¿no es acaso un acto de amor propio elegir solo aquello que nos hace sentir enteros?
Pessoa lo dijo mejor que nadie: “Para ser grande sé entero: nada tuyo exageres o excluyas”. No se trata de perfección, sino de coherencia. De no fragmentarse en versiones aceptables, en esfuerzos tibios, en «bueno, al menos lo intenté». La pasión no es un lujo, es la única manera honesta de vivir. Porque cuando pones todo lo que eres en lo que haces, el resultado ya no importa tanto como el proceso. El simple hecho de sentirte alineada contigo misma es la recompensa.
A veces me pregunto cuántas cosas hacemos por inercia, por miedo, por no decepcionar. Cuántas veces nos convencemos de que algo es mejor que nada, cuando en realidad, nada sería mejor que ese algo vacío. Y no hablo solo de proyectos o metas grandes, sino de los detalles: una conversación, un silencio, un gesto, un trabajo, un adiós. Todo merece ser vivido con la intensidad que nos define, o no ser vivido.
Escribo esto y pienso en las veces que he traicionado mi propia esencia por complacer, por encajar, por no hacer ruido. Pero también recuerdo esos momentos en los que, contra todo, elegí ser fiel a lo que me ardía por dentro. Y no hay comparación. La pasión no garantiza éxito, pero sí te da paz. La paz de saber que, al menos, no te mentiste a ti misma.
Así que hoy te invito (y me invito) a soltar lo que no nos nace. A dejar ir lo que hacemos por obligación y no por amor. A preguntarnos: ¿Esto me hace sentir entera? Si la respuesta es no, quizá sea hora de replantearnos por qué seguimos ahí.
Porque al final, la única manera de no perderse en el camino es llevándose a sí misma por completa. Sin atajos, sin medias tintas.
Con todo o con nada. Pero nunca a medias.
Dani Arbeláez